MICRODOSIS DE LSD PARA COMBATIR LA ANSIEDAD.
Después de esta cuarentena es lógico que la falta de creatividad y concentración se conviertan en ansiedad, y según varios estudios el LSD tiene la respuesta a tu problema.

Por: Marco Miranda.
Dicen que a Albert Hofmann, el padre del LSD (ácido lisérgico), le dio por investigar con arañas. Cuando a los animalitos les suministraba dosis elevadas del psicotrópico comenzaban a tejer telas defectuosas y caóticas, pero si se les aplicaban dosis minúsculas de la misma sustancia, sus obras parecían más complejas y proporcionadas. De alguna manera, la triptamina en minidosis favorecía la “creatividad” de la arañas.
Hoy, en ciertos sectores profesionales y artísticos, empieza a extenderse el uso de drogas alucinógenas como el LSD en pequeñísimas dosis porque se cree que ésta sustancia favorece la creatividad, la concentración y la capacidad de trabajo.
La moda ha nacido en ambientes empresariales de Silicon Valley y ha generado cierto mercado (sobre todo en internet) de manuales, productos y consejos sobre cómo utilizar psicotrópicos sin llegar a generar los efectos alucinógenos y psicodélicos que provocan a la par que se mejora, dicen, la salud mental.
Lo malo es que de momento no existe ninguna evidencia científica que demuestre la eficacia de esta práctica, y sí muchos temores sobre sus riesgos.

La mayor parte de las personas que se aproximan a ella se encuentran involucradas en proyectos maratónicos o están en pleno proceso creativo o de producción.
En la actualidad están apareciendo los primeros intentos de realizar estudios protocolizados, pero con algunas dificultades, entre otras cosas, porque es difícil establecer qué se considera una microdosis, qué efectos realmente produce su consumo y, lo más importante, resulta imposible medir la creatividad de un cerebro sin necesidad de química, cuando se le somete a estímulos naturales suficientes.
Se considera microdosis de LSD (o de cualquier otro psicotrópico) al consumo de una décima parte de la cantidad habitualmente necesaria para obtener con la sustancia efectos psicodélicos.

En Holanda, los hongos alucinógenos que contienen sustancias psicoactivas como psilocibina están prohibidos, pero las llamadas “trufas mágicas” que tienen porciones mínimas de estos hongos si están permitidas. Por tanto, son perfectos para estudiar los efectos de las microdosis.
Los investigadores contaron con el apoyo de la Sociedad Psicodélica de Holanda para sus fines. Pero el trabajo de investigación mostró un sesgo importante: los voluntarios pagaron por consumir estupefacientes, de manera que no era ético utilizar en algunos de ellos un placebo y usarlos como grupo de control. Una investigación sin grupo de control deja de tener parte de su valor científico. Aun así fue posible realizar mediciones controladas de cada participante antes y después del consumo.
Se solicitó a 38 participantes realizar tres breves tests escritos antes de la sesión. Uno de ellos era un juego de inteligencia, consistente en buscar soluciones a un problema que tiene diferentes formas de ser resuelto; se ofrecen, por ejemplo, listas de palabras y los concursantes tienen que agruparlas en categorías comunes. Un grifo, una baldosa y una cortina, por ejemplo, podrían estar agrupadas en la categoría “cosas que encuentras en un cuarto de baño”.
Los resultados del experimento demostraron que tras el consumo de microdisis, la inteligencia no cambia: la capacidad para resolver problemas de manera convencional es idéntica.
Sin embargo, las pruebas hechas para medir el pensamiento divergente sí se vieron afectadas y la creatividad de las soluciones alternativas propuestas por los usuarios creció con el apoyo de las drogas.

En otros estudios anteriores, el uso de sustancias psicoactivas, como la ayahuasca había arrojado resultados contradictorios. Por un lado se observaron mejoras en la capacidad creativa pero por otro se encontró una disminución en las capacidades de memoria o de inteligencia convencional.
En comparación, el estudio sobre el LSD muestra por primera vez un posible efecto potenciador de la creatividad sin que se generen efectos dañinos en otras funciones.
En cualquier caso, los autores del estudio advierten que la creatividad es una facultad muy apegada a la coyuntura. Puede haber infinitos factores subyacentes que la incentiven, por ejemplo, el estado de ánimo, el ambiente o simplemente haber hecho ejercicio físico antes de una prueba.
Por eso medir el efecto directo de una sustancia en una facultad tan inaprehensible no es tarea fácil. Tomarse este estudio como un aval para el consumo de microdosis sería una gran error.
