Dieta flexible ¿buena? ¿mala? o ¿depende?
En la actualidad se han popularizado distintos tipos de dietas, ya sea con el objetivo de perder peso o mejorar la salud. Todos hemos escuchado de la famosa keto, del veganismo que está teniendo un auge impresionante, de las dietas detox, del PALEO y seguramente la dieta flexible o como se denomina en inglés “If it fit your macros” no es la excepción; pero en sí ¿Qué es la dieta flexible? Es justo esto lo que me gustaría explicar ya que algunas personas suelen tener un concepto erróneo.
Todos los distintos tipos de dieta o alimentación son inherentes a ciertas características, por ejemplo, la cetogénica o keto se basa en un consumo muy restringido de carbohidratos y alto en proteínas y grasas; el veganismo nos habla de no consumir ningún alimento de origen animal; el PALEO se basa en los alimentos que teníamos disponibles en los inicios de la existencia humana o “paleolítico” (que es justo de donde se deriva su nombre) e incluso las DETOX, que desde mi perspectiva no son un tipo de dieta, sino un intento por “desintoxicar el cuerpo” (cosa que nuestros órganos hacen automáticamente, por cierto) que normalmente incluye distintos tipos de jugos y por último: la dieta flexible, en donde se habla de no restringir ningún tipo de alimento (léase: industrializados o alimentos comúnmente satanizados) siempre y cuando se cumpla con las necesidades y requerimientos de los diferentes macronutrientes y calorías para cada individuo.
Suena bien ¿no? ya que por años hemos sido bombardeados con la idea de “comer limpio” es decir, incluir solamente alimentos naturales dejando de lado todos los antojitos y productos industriales. Al mismo tiempo se ha culpado a las grasas y a los azúcares de la epidemia de sobrepeso y obesidad que vivimos, y es que es fácil culpar solamente a un nutrimento en lugar de hacernos responsables de nuestra salud.
Las premisas de la dieta flexible parecen ser simples: incluye todo alimento que te guste siempre y cuando no excedas ni las calorías, ni los macronutrientes que te corresponden y por supuesto cubriendo todas las necesidades de micronutrientes y otros nutrimentos. El problema es cuando esto se malinterpreta, ya que también tenemos la otra cara de la moneda: aquellos que piensan que esto significa “consume todos los industrializados y antojitos a diestra y siniestra siempre y cuando te mantengas en tu peso”. No, esto no es así, ni tampoco es el objetivo de esta dieta.
Como todo en la naturaleza, la dieta flexible nos habla de balance. La idea principal es consumir todo tipo de alimentos naturales o semi procesados que provengan de fuentes naturales, por ejemplo, la leche (que se puede considerar como semi procesada ya que pasa por procesos de pasteurización y otros para lograr un consumo seguro) o la avena, ya que son precisamente los alimentos naturales los que van a nutrirnos de manera adecuada, porque una cosa es simplemente consumir algún alimento cualquiera y otro es nutrirnos adecuadamente. De todo este tipo de alimentos vamos a obtener las proteínas, lípidos, hidratos de carbono, vitaminas y minerales que necesitamos para tener un buen estado de salud y adicional a esto, la dieta flexible nos permite incluir uno que otro alimento que probablemente no sea la mejor idea nutricionalmente hablando o cuyo consumo exclusivo nos provocaría innumerables deficiencias nutricionales y un no tan deseable estado de nutrición.
Tal es el ejemplo de la bollería, los dulces o chocolates, alguna galleta o botana salada, etc., es decir todos esos alimentos que tenemos identificados como “malos” y culpables del sobrepeso y obesidad que nos aqueja.
Pero ¿Por qué la dieta flexible surge como un concepto interesante? pues esto se debe a que normalmente las personas relacionan la palabra “dieta” con un plan de alimentación a base de lechuga, pollo y arroz; y es que desafortunadamente en la actualidad existen muchos “health coach” o personas prescribiendo planes alimenticios de este tipo, con el objetivo de lograr que las personas bajen de peso de forma rápida y así tener mayor cantidad de clientes. Pero, desde mi perspectiva, este tipo de dietas tan restrictivas ocasionan dos cosas, por una parte: que las personas aprendan a seguir un menú totalmente cerrado a una o dos opciones y que en realidad nunca aprendan a comer y nutrirse adecuadamente, ni tampoco se logre un cambio verdadero de hábitos, y, por otra parte, que abandonen la dieta al cabo de un mes (o menos) y vuelvan a los viejos hábitos, porque es un plan de alimentación totalmente insostenible a largo plazo.
Existen opiniones a favor y en contra de este tipo de dieta, yo considero que es un estilo de alimentación que puede ser de mucha ayuda cuando una persona intenta perder grasa corporal, modificar sus hábitos alimenticios, reducir la cantidad de productos industrializados que consume, perder el miedo a los carbohidratos o grasas, aprender a no sentir culpa al consumir ciertos alimentos, y sobre todo generar adherencia y educación nutricional a largo plazo.
Sin embargo, considero que existen ciertos puntos para seguirla de manera exitosa.
- Estar conscientes de los requerimientos de energía y macronutrientes que se requieren, esto se puede consultar con un profesional de nutrición.
- Estar conscientes de lo que se está consumiendo.
- Aprender a diferenciar el hambre real del apetito.
- Controlar las porciones.
- Disfrutar ese “alimento flexible” sin sentir culpa o ansiedad por consumirlo.
- Realizar actividad física.
En el último punto, cabe recalcar que no se trata de visualizar el ejercicio físico como método compensatorio por lo que se ha consumido, sino que SIEMPRE en un estilo de vida saludable se debe incluir la actividad física por los grandes beneficios a la salud y porque después de todo, nuestro cuerpo fue hecho para moverse.
Así sin más voy a pasar a un ejemplo real de dieta flexible, en donde se incluyen ciertos alimentos para reducir la ansiedad por los antojos o el tan anhelado “cheat meal” que muchas veces se convierte en “cheat weekend” cuando una persona sigue un régimen de alimentación.
- Desayuno: Huevo revuelto con abundantes vegetales, 1 sándwich de helado de vainilla o 1 pieza de pan dulce y 1 vaso de leche descremada.
- Comida: Tacos de tortilla de maíz, alambre de bistec de res con cebolla, pimientos y chile, queso Oaxaca y aguacate acompañados de abundantes vegetales.
- Cena: Pechuga de pollo en fajitas a la mexicana y avena cocida con rodajas de plátano y almendras
Si se hace un balance del aporte calórico de este ejemplo el 80 a 90% provienen de alimentos naturales y/o nutritivos y apenas de un 10 a 20% de alimentos industrializados.
Esto permite dos cosas: la primera seguir nutriéndose de forma óptima y adecuada; y la segunda no estar toda la semana con el antojo del sándwich de helado, el pan dulce o los tacos resultando en un abuso o atracón el fin de semana de este u otros alimentos ¿verdad que no suena tan mal? solo se trata de encontrar el correcto equilibrio entre lo que me va a nutrir y lo que puede que no me nutra como desearía, pero me provoca gusto o placer consumirlo.
Además, en este ejemplo podemos visualizar también que mientras algunos piensan que los tacos son malos, en realidad utilizando los ingredientes y preparaciones correctas pueden ser un platillo de gran valor nutricional y totalmente saludable.
La dieta flexible es una herramienta muy eficaz de ser aplicada correctamente, tanto así que en la catorceava conferencia y exposición de la sociedad internacional de nutrición deportiva se presentó un estudio en donde se mostraba que en un grupo de fisicoculturistas no hubo diferencia significativa en el consumo promedio de nutrientes en dietas rígidas versus dietas flexibles. Es decir, tanto la rígida como la flexible podían cubrir perfectamente todos los requerimientos de ser diseñadas correctamente, si esto aplica para un grupo determinado con objetivos y requerimientos muy específicos, como los fisicoculturistas, por supuesto se puede extrapolar a la mayoría de la población que no perseguimos ese tipo de objetivos sino simplemente un buen estado de salud.
La conclusión es la siguiente, no hay alimentos ni buenos ni malos sino porciones, contexto y frecuencia de consumo adecuadas para cada individuo.