Mestiza Polanco: amor a primera mordida
Hay lugares que no se visitan: se viven, se saborean, se sienten. Y Mestiza Polanco es justo eso, un beso largo al corazón de la cocina latina, servido en una vajilla preciosa, bajo la luz cálida de Masaryk.
Texto y Fotos: El Poderoso Dave
Todas las fotos fueron tomadas con el nuevo VIVO 50
Como buen foodie y románticx empedernidx, siempre estoy buscando rincones que no solo alimenten el cuerpo, sino que nutran el alma. Y sí, lo confieso: Mestiza me flechó desde la primera entrada. Este restaurante, ubicado en una de las esquinas más elegantes de Polanco, es mucho más que un lugar bonito —es un homenaje vivo a la diversidad y riqueza gastronómica de Latinoamérica.
Desde que entras, sientes que estás a punto de vivir algo especial. El lugar tiene alma: lámparas que parecen hechas de sueños, vajilla artesanal, colores cálidos, y música latina que envuelve cada rincón. Como si el Caribe, la Patagonia y Oaxaca se dieran un beso en el corazón de Polanco. Y eso, amigx, ya te prepara para algo inolvidable.
Pero hablemos de lo realmente importante: la comida. Aquí todo tiene alma. Desde unos tacos de pulpo perfectos, hasta una burrata con mole que te hace cuestionar todas tus elecciones de vida anteriores. El risotto de tuétano con hongos es puro placer umami, mientras que el cordero ahumado podría ganarse un Grammy gastronómico. Y si eres más de mar, los tiraditos nikkei y ceviches con ají amarillo o maracuyá son una locura de frescura.
¿Y la coctelería? Digna de playlist. Mojitos con twist, cantaritos elevados, tragos con mezcal, pisco y ron, todo preparado con ingredientes naturales y servido con tanta personalidad como tus stories.
La noche comenzó con un trago que ya se volvió uno de mis favoritos del año: el Alebrije. Este coctel recién integrado al menú no solo llega decorado con un alebrije que parece salido de una galería de arte, sino que también sabe espectacular. Equilibrado, creativo, juguetón. Es de esos tragos que quieres tomar con calma para que no se acabe nunca.
De entrada, pedimos el Pimiento Relleno Asado. Una joyita a las brasas rellena de queso de cabra, bañada en una salsa de pimientos de Padrón con pistache. Cremoso, ahumado, ligeramente dulce… es el tipo de platillo que te hace cerrar los ojos y decir “wow”.
Después llegó el Ceviche Verde, preparado con pesca del día, aguachile verde, aguacate, pepino, camote, chile serrano y cilantro. Refrescante, vibrante, equilibrado. Ideal para quienes amamos los sabores intensos sin perder la frescura.
Y para el momento dramático (porque sí, siempre hay uno), llegaron los Tacos de Res con Tuétano. Pero no cualquier taco: aquí raspan el tuétano del hueso directo en tu mesa. El aroma, la textura, la grasa perfecta… puro placer carnal. Una experiencia digna de story y ovación de pie.
Luego vino uno de los platillos estrella de la noche: el Cordero Ahumado. Cocido a presión durante 18 horas, servido con salsa demi glace, rub de sal ahumada y una limoneta con habanero que le da el balance ideal entre lo ahumado, lo ácido y lo picante. Simplemente magistral.
¿Y los postres? Un final de película.
El cheesecake Amazónico con plátano, salsa de caramelo salado y palomitas de cacahuate es un abrazo reconfortante con twist. Y el Gelato Divino… bueno, divino se queda corto. Es un helado casero de pistache con aceite de oliva virgen y sal negra que no se parece a nada que hayas probado antes. Cremoso, salado, crujiente, inolvidable.
Mestiza no es solo para comer: es para compartir, reír, ligar, brindar, sanar. Es ese lugar donde llegas a las 2 de la tarde para comer y terminas bailando con un mojito en mano a las 10 de la noche. Y no importa si vas con tu date, tu mamá, tus amix o hasta tú solx con antojo de algo rico —siempre hay una mesa con espacio para el buen gusto y la buena vibra.
El servicio, como era de esperarse, es top. Amables, atentos, sin ser invasivos. Te recomiendan con honestidad y tienen un timing que se agradece en un sitio tan concurrido. Y aunque los precios están en la zona medio-alta, la experiencia lo vale todo. Literal, aquí pagas por un viaje gastronómico y emocional.
Mestiza Polanco no es solo un restaurante, es una declaración de amor a nuestra raíz latina. Un sitio para sentirte en casa, aunque vengas de otro país, de otra ciudad o de otro mood. Si eres de lxs que buscan que cada salida sea una historia para contar, Mestiza es tu siguiente gran amor.
Así que sí, me enamoré. Y como todo buen crush, ya quiero volver. Porque en Mestiza, cada bocado te recuerda que la comida, cuando se hace con corazón, puede ser la mejor forma de decir “te quiero”.