Ricardo Pizá: un chico que se atrevió a soñar
Migrar nunca es sencillo, y mucho menos cuando lo que llevas contigo no cabe en una maleta: los sueños, la pasión y la esperanza de abrirse camino en un mundo tan competitivo como el de la actuación. Ricardo Pizá es un claro ejemplo de esa valentía.
Actor peruano que decidió dejar atrás lo conocido para lanzarse al reto de conquistar México, uno de los países con mayor tradición en cine, teatro y televisión.
Su historia es un reflejo de lo que significa apostar todo por una vocación: adaptarse a un nuevo país, empezar de cero, enfrentar miedos, superar barreras y al mismo tiempo encontrar oportunidades que transforman la vida. Ricardo no solo representa a los artistas que migran para cumplir sus sueños, sino también a todas esas personas que entienden que el camino del arte implica sacrificio, resiliencia y, sobre todo, fe en uno mismo.
Ricardo, ¿qué fue lo que te llevó a tomar la decisión de dejar Perú para venir a México a perseguir tu carrera como actor?
Perdí a alguien importante en mi vida de la noche a la mañana y eso me hizo replantearme qué es lo que quería para mí. Tomar mis propias decisiones. Recuerdo haberme dicho: no quiero irme de este mundo sin haberlo intentado. Toda la vida quise ser actor, pero me enseñaron que lo “correcto” era lo establecido, y decidí romper esa teoría, seguir mi camino.
¿Recuerdas el momento exacto en el que dijiste: “Tengo que migrar si quiero crecer”? ¿Qué sentiste en ese instante?
Recuerdo preguntarme después de aquel suceso si lo que estaba haciendo era lo que realmente me hacía feliz. Yo me trataba de convencer que era un chico de oficina, pero siempre fui un artista. Sentí esperanza y miedo al mismo tiempo.
Al llegar a México, ¿cuáles fueron los primeros retos que enfrentaste como actor extranjero?
El acento, por así decirlo. Muchas veces existen clichés de cómo se habla, pero vas aprendiendo en el camino el correcto modo de expresarte. Otra de las cosas que me costó enfrentar fue la alta competencia que existe en este país, pero es emocionante aprender de ellos. Aquí hay mucha gente talentosa con muchos sueños; no me siento tan loco.
¿Hubo momentos en los que pensaste en rendirte o regresar? ¿Qué te sostuvo en esos días difíciles?
Sí, obvio. Esta carrera no es fácil y quise tirar la toalla más de una vez, pero hay que aferrarse a tu sueño y hacerlo. Más de una vez he tenido que “retroceder”, pero no para rendirme, sino para tomar impulso.
Entendí que algunas decisiones son para trabajar en uno mismo, cuidar de ti. Me sostiene, hasta la actualidad, saber que estoy haciendo lo que siempre quise hacer. Es una promesa a cumplir para ese Ricardo de 7 años que imitaba a su abuela y hacía payasadas en las reuniones familiares.
¿Cómo ha cambiado tu estilo de vida desde que llegaste a México en comparación con tu vida en Perú?
He conocido cosas que no sabía. Me encanta surfear y en Lima tenía la playa a 15 minutos, y aquí a cuatro horas. Al inicio me volvía loco porque es mi terapia, pero me encanta manejar bici aquí. He cambiado la rutina de comida, ya hasta hago enchiladas verdes.
México es un país con una gran industria del entretenimiento. ¿Qué oportunidades has encontrado aquí que quizá no habrías tenido en tu país?
México ha sido mi cuna. Aquí he aprendido, sigo aprendiendo, he cantado, bailado, llorado, sido dramático… En fin, he vivido distintos personajes. Curiosamente, me ha tocado ser más veces villano o, como yo les digo, “personas incomprendidas”.
¿Qué aprendizajes personales y profesionales te ha dejado este proceso de migrar y empezar de nuevo?
No sabía de lo capaz que podía ser, de lo fuerte que uno puede ser. Migrar no es fácil, pero es una gran oportunidad para retarse a uno mismo. Tengo una lista infinita de aprendizajes, pero sigo aprendiendo.
Migrar implica dejar atrás muchas cosas: familia, amistades, costumbres… ¿qué ha sido lo más difícil de soltar?
En Perú hice una comunidad hermosa de amigos, que siempre han sido mi sostén, con los que tenía planes de todo tipo. El saber que ya no puedo ir con ellos por café para platicar, por ejemplo, y desahogarme. Y también saber que mi Chabuconi (abuela) estará ahí para ser su nieto pequeño.
¿Cómo logras mantenerte conectado con tus raíces peruanas mientras construyes tu camino en México?
En casa hago mucha comida peruana. Mis roommates siempre se acercan a la cocina a decirme: “¿A esto le podemos poner tacos?” Se intenta.
¿Qué consejo le darías a otros actores o artistas que sueñan con migrar para buscar oportunidades en otro país?
Que se atrevan a hacerlo, que se preparen, que confíen en su talento y que tengan la capacidad de saber en qué pueden mejorar y trabajar en ello. Confía en ti.
¿Dónde te ves en los próximos años? ¿Qué sueñas alcanzar ahora que ya abriste camino en México?
Desde siempre he querido ser un chico Almodóvar. ¿Cómo me veo? Siendo un chico Almodóvar. Confiar en Dios, el universo y mi talento.
¿Qué te gustaría que el público recuerde de ti: al actor, al migrante, al soñador o a la persona que se atrevió a arriesgarlo todo?
Un chico que se atrevió a soñar.
La historia de Ricardo Pizá es la de muchos artistas que deciden migrar con una maleta llena de ilusiones y el corazón dispuesto a resistirlo todo. En su voz se siente la nostalgia de lo que dejó atrás, pero también la fuerza de alguien que no se conformó con lo “correcto” y se atrevió a perseguir lo que siempre soñó.
Su camino en México es apenas el inicio de una carrera que promete emociones, personajes y retos, pero, sobre todo, la certeza de que los sueños se cumplen cuando se tiene el coraje de arriesgarlo todo. Ricardo es, y seguirá siendo, ese chico que se atrevió a soñar.