María Elisa: Renacer en Escena
En un circuito donde la inercia suele disfrazarse de inspiración, María Elisa decidió detenerse, mirarse y empezar de nuevo. Su carrera no es una línea recta: es un mapa lleno de riesgos, pausas necesarias, mudanzas inesperadas y un montón de intuición afilada. Entre México y Los Ángeles, entre sets de cine, performance capture y un videojuego de impacto global, la actriz ha aprendido que el éxito no siempre suena a ruido; a veces suena a silencio, a vulnerabilidad, a esa decisión casi brutal de volver a decidir quién eres.
Hoy, desde un punto de madurez luminosa, habla con Zero Magazine de su viaje emocional y profesional: lo que la fracturó, lo que la hizo fuerte y lo que la sigue moviendo. Esta es María Elisa en su versión más honesta: la mujer que se rehace.

Por: El Poderoso Dave
Foto: Juan Pablo Solano @pablosolanophoto
Hair: Erick Moreno @erickmoreno
Makup: Robbie Sierra @robbielikemargot
Stylist: Alonso Murillo @alo_murillo_
Director creativo: Iñigo Laviada @inigolaviada
PR: Ariel Canales @arii_el
En este momento de tu vida, ¿cómo te encuentras emocionalmente?
Creo que es la primera vez que puedo decir que estoy bien. Tranquila, en paz… genuinamente. Antes era como estar en supervivencia constante, y ahora estoy en un momento donde puedo reconocerme. La terapia me ayudó muchísimo, pero también aprender a soltar cosas que cargué por años sin darme cuenta.
Hablas mucho de reconstruirte. ¿De qué te estabas deshaciendo?
De versiones mías que ya no me servían, de expectativas ajenas, de esta idea de que todo en mi carrera tenía que suceder rápido o ya no iba a suceder. Me deshice de culpas y miedos que venían desde muy atrás. Me reconstruí desde un lugar mucho más compasivo conmigo misma.
¿Qué papel jugó tu profesión en ese proceso?
Fue una mezcla. Ser actriz te exige vulnerabilidad, pero también te exige fortaleza. Cuando estás rota, cualquier personaje te confronta. Y al mismo tiempo, actuar fue lo que me salvó. Fue mi ancla.

Tu etapa en Los Ángeles marcó mucho tu trayectoria. ¿Qué te dio y qué te quitó?
Los Ángeles me dio disciplina, técnica y una perspectiva muy distinta del trabajo. Pero también me quitó ingenuidad. Es una ciudad que te reta todo el tiempo: financieramente, emocionalmente, profesionalmente. Me formó, pero también me obligó a crecer antes de lo que pensé.
Mucho de tu trabajo allá fue en performance capture. ¿Qué te atrae de ese formato?
La libertad. No estás limitada por tu cuerpo, tu edad, tu físico. Puedes ser cualquier cosa: una guerrera, un robot, una madre, un monstruo. Es un terreno muy creativo. Además, requiere una combinación muy fina de técnica y sensibilidad: cada microemoción cuenta.
Participaste en un proyecto gigante como Call of Duty. ¿Qué significó para ti?
Fue surreal. Sabes que millones verán tu trabajo, aunque no vean tu cara. Y eso es lo lindo: ahí lo que importa es tu entrega física y emocional. Ese proyecto me confirmó que sí tenía un lugar en la industria global.

En México, ¿qué te movió a regresar?
Una necesidad muy humana de pertenencia. Después de años viviendo allá, necesitaba volver a conectar con mis raíces, con mi gente y con mi idioma. Y cuando volvés desde otro lugar interno, todo se siente diferente. Más liviano.
Viene un proyecto grande de Netflix. ¿Qué puedes contar?
No mucho todavía, pero es un personaje que me emociona profundamente porque está lleno de capas. Es de esos roles que te obligan a ver partes de ti que no siempre querés ver. Me encantan los personajes así: incómodos, imperfectos, vivos.
Si pudieras hablarle a tu versión de hace 10 años, ¿qué le dirías?
Que deje de tener prisa. Que todo llega, pero no todo llega al mismo tiempo. Que no tiene que demostrar nada para existir. Que confíe.
¿Qué es éxito hoy para ti?
Poder dormir tranquila. Elegir proyectos que me muevan emocionalmente. Estar rodeada de gente que suma. Y seguir en este camino, pero desde otro ritmo, uno más amoroso conmigo.

María Elisa está en una etapa donde la claridad no viene del ruido, sino de la calma. Su carrera no se define solo por los proyectos que ha hecho, sino por la valentía de detenerse para volver a empezar. Entre México, Los Ángeles, los sets, las cabinas de performance capture y los silencios que sanan, hoy emerge desde un lugar más honesto y sólido. Y esa honestidad, luminosa y feroz, es justo lo que promete su nueva etapa.
