Japoneza Retreat: Un Santuario entre México y Japón
Japoneza Retreat es mucho más que un hotel boutique; es un refugio arquitectónico donde se fusionan las tradiciones de Japón y México, ubicado en un enclave natural único en Tlaxcala. Creado por el arquitecto Fausto Terán, este espacio invita a sus huéspedes a desconectarse del ruido y reconectarse con la esencia de lo simple y lo contemplativo. A través de materiales locales y con la ayuda de la comunidad tlaxcalteca, Japoneza Retreat es un tributo a la serenidad y la introspección. A continuación, Fausto comparte su visión, inspiración y el proceso detrás de esta joya arquitectónica.
Por: El Poderoso Dave
¿Qué fue lo primero que te inspiró para crear Japoneza Retreat? ¿Hubo un momento específico en el que supiste que querías fusionar las culturas mexicana y japonesa?
Estaba en Japón hace unos 15 años, practicando artes marciales, y el impacto fue inmenso, especialmente en lo visual. Siempre he trabajado con lo visual por mi carrera en dirección y tecnología de cine. Japón me enseñó el concepto de “Ma”, que es la belleza de los espacios vacíos. En la cultura mexicana, solemos llenar los espacios porque nos parecen vacíos; en Japón, los espacios vacíos tienen su propio valor. Me conecté profundamente con esa idea y sentí la necesidad de entenderla y aplicarla. Tomé cursos sobre arquitectura en el MIT, Harvard y la Universidad de Tokio, y poco a poco se reveló ante mí el proyecto de Japoneza, una fusión de la cultura japonesa con la mexicana.
Japoneza también parece rendir homenaje a Nezahualcóyotl, quien fue un arquitecto visionario en la época prehispánica. ¿Qué aspectos de su obra o filosofía trajiste a este proyecto?
Nezahualcóyotl era poeta, guerrero y un visionario. Vivió en exilio en Tlaxcala, trabajando en el campo para sobrevivir. Su historia de reinvención me inspira, pues siempre he pensado que cuando tienes un deseo genuino de crear, encuentras la manera de hacerlo. En México, no siempre contamos con los recursos más avanzados, pero siempre encontramos formas ingeniosas de llegar a los mismos resultados. Eso es lo que yo trato de reflejar en Japoneza: el ingenio, la perseverancia y la creatividad.
¿Por qué elegiste Tlaxcala para establecer Japoneza? ¿Fue por su clima, su historia o quizás en homenaje a Nezahualcóyotl?
Elegí Tlaxcala porque es un lugar privilegiado. Es un espacio poco explorado, en la cima de una montaña con un clima semidesértico y rodeado de naturaleza. La ubicación es ideal para un proyecto de contemplación. Quería un lugar donde fuera difícil llegar, donde, al llegar, puedas olvidarte de todo. Las casas de Japoneza están hechas de concreto y revestidas de madera local quemada, para que se integren con el paisaje. Es un lugar para desconectar y encontrar inspiración, un espacio para la introspección y la conexión con la naturaleza.
Este proyecto fue construido por familias locales y con materiales naturales, lo cual es significativo. ¿Cómo fue para ti trabajar con la comunidad de Tlaxcala en este proyecto?
Desde el inicio, tuve la fortuna de trabajar con Don Toby, un hombre de gran sabiduría que se convirtió en mi mentor en construcción. Su familia ha sido parte del proyecto; su nieta incluso trabaja con nosotros y ha tenido la oportunidad de continuar sus estudios. Hoy en día, el proyecto es un impacto económico para la comunidad, y ellos son quienes atienden a nuestros visitantes. Esto genera un intercambio genuino entre el viajero y la comunidad, en un entorno semi-sustentable donde tratamos de minimizar nuestro impacto ambiental.
Platícame qué elementos arquitectónicos ocupaste para reforzar esta atmósfera de paz que quieres representar en Japoneza.
De inicio, con la arquitectura necesitas establecer bien tus límites climatológicos. En Tlaxcala, por ejemplo, es muy frío, entonces por fuera las casas son negras para absorber el calor, y están hechas de madera quemada. Durante la noche, el calor se permea en la madera, generando un espacio intermedio de aislamiento. Todo está pensado para nutrirnos del calor del día y resistir las bajas temperaturas nocturnas, que pueden llegar a cero grados. El objetivo es crear un confort interno, donde te sientas cómodo sin percibir la inclemencia del clima exterior.
En Mérida es al revés, porque el calor es intenso, así que los cuartos son elevados a tres metros y medio y usamos materiales como el chokun con corrientes de aire para mantener frescura. Además, integramos pequeños detalles japoneses; una de las casas tiene un tatami en lugar de sala, donde puedes meditar y estirarte. Al estar en contacto con la madera y el espacio, encuentras un ambiente muy cómodo. Todas las casas tienen chimenea y áreas de inmersión en tinas de concreto con agua caliente, permitiendo vivir sensaciones de contraste, de frío a calor, en un contexto natural que rodea el lugar.
¿Cómo percibes el impacto de esta experiencia en los visitantes y tienes alguna historia especial al respecto?
A lo largo de los años, he visto cómo el espacio logra desconectar a las personas digitalmente y las lleva a conectarse entre ellas. Algunos llegan como novios y terminan comprometidos. Con menos estímulos externos, los visitantes se ven obligados a mirar hacia adentro y a conectar con quien están. Hemos presenciado historias de amor muy especiales; creo que es un reflejo de que el lugar está abriendo vibras.
¿Qué actividades ofrecen en Tlaxcala para complementar esta experiencia de paz?
En Tlaxcala tenemos paseos a caballo entre campos de avena y maíz, lo que permite una conexión directa con la naturaleza. Los caballos son muy intuitivos, se adaptan a cómo te sientes y crean un vínculo. Además, hay una alberca de concreto con agua fría y caliente, y una tina de madera al exterior, rodeada de lavanda, lo que intensifica los estímulos sensoriales. También está la opción de paseo en globo aerostático en Tlaxco, pero prefiero que los visitantes se relajen y disfruten del lugar sin tener que moverse tanto.
¿Cuál es tu momento favorito del día en Japonza?
Definitivamente la mañana. Me despierto con la luz del sol y el canto de las aves que llegan al lugar por las fuentes y cuerpos de agua. Es increíble despertarse con ese volumen natural, es mi despertador. Es un momento que cierra el círculo de la experiencia: una noche frente a la chimenea, abrigado y cómodo, y despertar con el sonido de las aves y un sol a la laguna.
¿Cómo disfrutas personalmente este espacio que diseñaste?
Disfruto mucho con los pequeños cambios y mejoras. Siempre llevo un cuaderno donde anoto ideas de diseño o hago renders para modificar detalles. Es como si estuviera puliendo un pedazo de madera, dándole forma hasta que quede redondeado. Me gusta escuchar a los operadores y a los clientes para seguir puliendo y mejorando la experiencia.
¿Cómo te gustaría que evolucionara Japoneza en los próximos años?
El plan es que Japonessa crezca y pueda haber más en diferentes partes de México y del mundo. Me encantaría ver uno en la playa, en Los Cabos o en Punta Mita, lugares donde he disfrutado mucho. Creo que este proyecto funcionaría muy bien en destinos turísticos con más afluencia de gente para ver cómo se comporta en ese contexto. Además, Japonessa ya me ha rebasado; ahora mi esposa Andrea Santibáñez, quien diseñó toda la parte de interiores, opera el lugar junto con los gerentes, y funciona mejor de lo que imaginé.
Japoneza Retreat es un lugar donde se encuentran dos culturas, donde la belleza de los espacios vacíos y la riqueza de la naturaleza se combinan para ofrecer una experiencia de introspección única. Con materiales locales y el apoyo de la comunidad, Fausto Terán ha creado un santuario para quienes buscan un refugio de serenidad. Japoneza Retreat te espera en Tlaxcala, un destino donde la arquitectura y la naturaleza se fusionan para regalarte paz y renovación. ¡Reserva tu estancia y descubre un nuevo nivel de contemplación!